dimarts, 15 de gener del 2008

Recuerdo de India hace justo un año...


Fue en India, justo en una de sus playas que asoman al Índico, donde toqué con las yemas de mis dedos la felicidad..y al mismo tiempo que me daba cuenta de ello, tomando consciencia de la magnitud del momento, percibía también la relatividad del tiempo.

En Gokarna, aquel pueblecito costero de la provincia de Karnataka, el tiempo se paró. Este momento coincidió con el descubrimiento de un sitio impensable, alumbrado por un sol resplandeciente…y mi momento coincidió también con el de aquellos que, cómo yo, pasaban sus días en alguna sencilla cabaña de caña o caucho. Se nos paraban los minutos, las horas resbalaban…Entendí, en algún punto, la belleza de las personas que habitan este pueblo y este país, sus almas tranquilas, hospitalarias, sus miradas llenas de sentido.

Allí en Gokarna, rodeada de las personas que en aquel momento formaban mi universo, mi ser era otro…era Clara en India, perdida, lejos de occidente, de mi vida, de mis gentes. Era una Clara en un contexto de belleza suprema, con la puesta de sol de trasfondo. El escenario perfecto, la compañía perfecta, el tiempo perfecto.

Nunca olvidaré India. No olvidaré jamás la sensación de incomodidad que pasé en Varanasi, cerca de ese Río que está vivo…esa ciudad de cielo enrarecido, impregnada de un olor a muerte milenaria, una ciudad que pesaba tanto que no pude aguantarla más que 3 días. Varanasi se te mete dentro, te inquieta, te mueve…

No olvidaré tampoco la región de los Rajás, el Rajastan de palacios y ciudades de colores. Odié profundamente la India de ciudades polucionadas y pobreza insultante.

Amé profundamente la India de sus gentes, la India espiritual. Poco a poco, día tras día, semana tras semana, aprendí algo de lo que significa ese país. Un poquito, muy poco quizás, pero suficiente como para devolverme la sonrisa los últimos días que pisaba sus calles.

Cuando vuelves a tu cotidianidad caes fácilmente en el error de olvidar las enseñanzas que la cultura ajena te ha facilitado, abriendo el camino para enfrentarte contigo mismo.Retomamos rápido la espiral del tiempo y ritmo occidental y nos dejamos un poco de lado. Y ahí está el quid de la cuestión...conocerse a uno mismo abre infinitas puertas a una vida más plena y sencilla.

En está página podréis ver más fotos mías de la India:

http://www.flickr.com/photos/klaruki